Una parada en el viaje
A principios del siglo IX, cuando los musulmanes dominaban prácticamente toda la península y los reinos cristianos no disponían de una figura que liderara su frente, un pastor de la Galícia del año 813, época en la que reinaba Alfonso II el Casto, creyó ver como la luz de una estrella señalaba el monte Libradón.
No mucho después un obispo de la diócesis de Iria Flavio, Teodomiro, ordenó excavar el monte. Durante los trabajos de escavación se encontraron unos restos humanos dentro de un arca de mármol. Teodomiro, anunció que dichos restos pertenecían al apóstol Santiago. Esto dotó a la Cristiandad de una figura capaz de unificar la lucha contra el enemigo, los musulmanes.
Alfonso II mandó edificar sobre el sepulcro, una iglesia de mampostería y barro. Comenzando así una ruta de peregrinación hacia Santiago de Compostela que fué creciendo a medida que aumentaron las peregrinaciones.
Los reyes cristianos, conscientes del papel que juegaba la peregrinación en el ámbito económico, restauraron las antiguas vías romanas, levantaron puentes, crearon hospitales, etc, aumentando aún más el culto hacia el apóstol.
Actualmente, existen diversas rutas para peregrinar hasta Santiago desde distintos puntos de la geografía española y francesa.
Castrillo de los Polvazares es la primera parada del Camino tras su paso por Astorga en la ruta francesa y de la Plata, por lo que no es raro ver por sus calles el inconfundible símbolo de la concha de los peregrinos.